miércoles, 1 de mayo de 2013

PAYASO MALDITO



Era día de muertos y los niños ya estaban durmiendo y el payaso estaba ahí en el cuarto de un niño pero el payaso no Hera un payaso cualquiera el payaso era maldito y al día siguiente un niño que cumplía años de repente se tomo una foto con su pastel
y en su cuadro de la foto estaba un payaso pero el payaso enseñaba solo ocho dedos  y al día siguiente se murió el niño que cumplió años después su papa vio la foto pero no vio nada raro después el payaso de la foto  enseñaba solo siete  dedos y se murió su esposa  después el payaso enseñaba seis dedos y se murió otro hijo de los ocho hijos y después se murieron los cinco niños después el payaso enseñaba solo un dedo y se murió su papa después paso un mes y se incendio la casa y se quemo todo menos la foto donde estaba el payaso

martes, 30 de abril de 2013

CABALLOS


MUSIC



BLACK LEGION


CABALLO DE FUEGO


LA VENGANZA DE CARMEN DESPUÉS DE LA MUERTE



En 1933 enterraron a un bella joven de sólo veinte años llamada Carmen en un cementerio de Ávila, España. La joven, según decían, había muerto en extrañas circunstancias. No se conocía el motivo de su fallecimiento, pero en el pueblo se rumoreaba que había sido su propia hermana mayor, Angela, la que la había asesinado. 

Ángela era todo lo contrario a Carmen. Tenía un carácter totalmente distinto, antipático, y además no era bella como Carmen. Parecía constatada la envidia que Ángela tenía por su propia hermana, así que el rumor parecía un hecho más que probable.
 
Y ocurrió que desde el fallecimiento de Carmen, Angela no volvió a descansar. Se cuenta que el espíritu de Carmen la persiguió implacable en todo momento del día y de la noche, acosándola con aire vengativo, recriminándole su fatal acto... el asesinato del que había sido víctima por su propia hermana. 
Al parecer, Ángela era la única que podía oir a su hermana, la "sentía" en su propia cabeza, y cada palabra pronunciada por el espíritu, le retumbaba en el cerebro produciéndole más ansiedad y más pánico. 
Desesperada por aquel tormento, Ángela enloqueció y se ahorcó en un árbol a los diez meses de enterrar a su hermana. 

JOAN, LA VIDENTE




Tan sólo decir dos cosas: una que lo he contado como recuerdo que me lo contaron, y otra que he veraneado también en Cullera, y durante ese tiempo he visto alistamientos como una gran parte de sus habitantes. Algunas veces los periódicos recogían la noticia. Y siempre, siempre, venían del mar y de sus cielos.
En octubre de 1978 desapareció un niño llamado Carl Carter de su casa de Los Ángeles, California. La policía barajó varias hipótesis al principio: ¿se había
Escapado de casa? ¿Había sido secuestrado? 
Entonces entró Joan en escena de la mano de un policía retirado que sentía la imperiosa necesidad de conseguir algo más, alguna pista por pequeña que fuera. Joan era vidente, y el policía recurrió a ella porque era bastante popular. 
Joan les dio más motivos de preocupación: ahora tenían que encargarse de un triple asesinato, porque según ella, Carl estaba muerto y no era el único.
 

Animada por la policía, Joan dibujó como pudo el rostro del asesino y luego, un artista de la policía, le dio los últimos toques para que el dibujo fuera más preciso. Cuando le mostraron el retrato a los padres de Carl, el hombre dijo: "Se parece a Butch".
 
Butch. Harold Ray "Butch" Memro. La policía le detuvo en una hora y poco después el asesino confesó haber estrangulado a Carl. Respecto a los otros dos niños, Butch dijo que los había asesinado hacía ya dos años. 


A LAS 8




El chico en cuestión se llamaba Ángel (no exactamente así, pero casi, obsérvese el significado del nombre: ángel). Tenía catorce años, y llevaba unos días en el hospital porque vomitaba todo lo que comía y tenía mucha fiebre. En pocos días de enfermedad su
 cuerpo se había estirado hasta el punto en que sobrepasaba los dos metros cuando lo metieron en la ambulancia, y tuvieron que flexionar sus rodillas en la camilla. 

En el hospital le hicieron muchísimas pruebas buscando una causa. La
 madre sospechaba de un envenenamiento, pero ningún médico supo decir qué tenía. ¡Sólo tenía catorce años y no había comido nada en días!. Su cuerpo no lo toleraba. 
El ocho de abril de aquel año, su tía, nerviosa e impaciente porque los médicos llenaban a su sobrino de pastillas y no le curaban ni conseguían averiguar qué le ocurría, decidió irse del hospital y visitar al que fuera su pediatra durante años. 
La madre salió a dar una vuelta por los pasillos del hospital mientras Ángel hablaba con su hermano y la novia de éste. 



-Me voy a morir.
- No digas eso, -le dijo la futura cuñada- aún tienes que venir a nuestra boda.
Cuando la madre llegó no quisieron decirle nada y les dejaron a solas. Ángel tomó su reloj, puso la alarma y le dijo a su madre que dejara el reloj sobre la mesilla. La madre se giró, y la alarma sonó. 

En ese mismo instante a su tía se le bloqueó el volante en la misma puerta del hospital. Un
 hombre que apareció de la nada le dijo unas palabras muy misteriosas, y acto seguido ella alzó la mirada y el tipo ya no estaba. El hombre y el bloqueo del volante le hicieron reaccionar y salió rauda del coche para entrar de nuevo en el hospital. 

Cuando llegó a la habitación, todos lloraban.
 
Al sonar la alarma que Ángel había puesto a las ocho el día ocho de abril, su alma abandonó su cuerpo, y su madre lo supo desde el mismo instante en que oyó el primer pitido. 


EL PRESENTIMIENTO





En los años setenta, un par de amigas viajaban por la vieja carretera de Ademuz en dirección a La Eliana, un pueblecito -entonces pequeño- con mucho terreno de chalets para veraneantes. Allí una de ellas tenía una casa y era donde se dirigían. 

Era por la tarde y conducían con tranquilidad cuando el coche comenzó a hacer cosas raras. 
La radio se encendió de pronto y una brillante luz blanca se puso sobre ellas. Perdieron el conocimiento ambas, o al menos aseguraron no recordar absolutamente nada. 

Al despertar estaban en el chalet, dentro del coche. Salieron aturdidas de él sin recordar cómo habían llegado hasta allí, y al salir comprobaron que el coche estaba como loco: el limpiaparabrisas estaba en marcha, los intermitentes se encendían y apagaban... 
Jamás supieron lo que pasó y cuánto tiempo duró aquello, tan sólo podían recordar que salieron a mitad de tarde y que cuando despertaron era de noche y
Habían llegado a la casa. 

sábado, 27 de abril de 2013

LA CASA ABANDONADA





En un pueblo de la Comunidad Valenciana ocurrieron estos hechos cuya noticia llegó hasta el periódico. A mí me lo contó alguien del mismo pueblo.
Cinco chicos se reunieron en una vieja y solitaria casa abandonada en mitad de tierras de huerta con el fin de hacer espiritismo. 


Lo prepararon todo, comenzaron, y como en cada sesión que se precie, uno de ellos, el portavoz, hizo la cuestión de inicio: "Si hay alguien que te moleste aquí, dinos quien es y se irá". 

El vaso indicó dos nombres, los dueños de los nombres se miraron sorprendidos y se despidieron de los otros tres. Volverían al pueblo caminando. Ya se verían más tarde.
Dejaron a los otros tres con su sesión de espiritismo y conversaron por el camino. Cuando llevaban unos cien metros andados escucharon un ruido y se giraron: la casa caía derrumbándose sobre los tres chicos que se habían quedado en la sesión espiritista.
 

VIAJE SIN CONCIENCIA




En los años setenta, un par de amigas viajaban por la vieja carretera de Ademuz en dirección a La Eliana, un pueblecito -entonces pequeño- con mucho terreno de chalets para veraneantes. Allí una de ellas tenía una casa y era donde se dirigían. 
Era por la tarde y conducían con tranquilidad cuando el coche comenzó a hacer cosas raras. La radio se encendió de pronto y una brillante luz blanca se puso sobre ellas. Perdieron el conocimiento ambas, o al menos aseguraron no recordar absolutamente nada. 

Al despertar estaban en el chalet, dentro del coche. Salieron aturdidas de él sin recordar cómo habían llegado hasta allí, y al salir comprobaron que el coche estaba como loco: el limpiaparabrisas estaba en marcha, los intermitentes se encendían y apagaban... 
Jamás supieron lo que pasó y cuánto tiempo duró aquello, tan sólo podían recordar que salieron a mitad de tarde y que cuando despertaron era de noche y habían llegado a la casa. 
¿Abducidas? Seguramente sí.